Hay veces que tenemos que sacudirnos mujeres que no queremos a nuestro lado, hay diferentes formas de hacerlo, hoy les platicare de una que resulto ser un desastre, no para mi, porque no fui el afectado, pero si a otra persona, no importa que hagamos, o que tan cuidadosos seamos, la historia siempre termina con un corazon roto, desilusiones desechas y una fria actitud hacia nosotros de esa mujer a la que pusimos acotamiento.
Eran los felices tiempos del CCH, en el cuarto semestre tenia en mi equipo de Biologia a una compañera que llamare P, la cual empezaba a mostrar un comportamiento peculiar, me rozaba con su mano cada vez que podia, se sonrojaba al hablarme, me tocaba con cualquier pretexto y segun mis amigos, me veia con cara de chivo a medio morir, ella era aun una niña, usaba calcetas, zapato bajo, nada de maquillaje y su cuerpo aun no desarrollaba ninguna de las caracteristicas femeninas normales, posiblemente su primera racion de hormonas la estaba apuntando a mi pobre esqueleto.
Pero no me gustaba su actitud, acababa de iniciar con Rosario, la mujer que marcaria mi adolescencia, y era un noviazgo muy poderoso, como siempre lo son los noviazgos de juventud, y un dia decidi poner fin a sus avances, estabamos realizando un experimento de regeneracion de tejido animal y teniamos una salamandra, un cangrejo y un caracol, asi que invite a mi novia al laboratorio para que conociera a nuestros animalitos.
Cuando P vio entrar a Rosario, su cara perdio toda su alegria, vi como se le partio el corazon, observo un momento a mi novia, rubia, de ojos verdes, arreglada como una mujer, y se comparo de inmediato, debe de haber pensado que no daba el ancho y se rindio.
No me agrado nada lo que paso, pero ya no tenia remedio, el resto del semestre paso muy rapido, yo estaba tan infatuado que no le daba mucha importancia a lo que sucedia a mi alrededor, pero mis amigas me dijeron que habia sido muy cruel con ella, y ciertamente, jamas volvi a usar esa tecnica, presentarle tu novia a tus admiradoras, no causa ningun bien y podria decirse que es rudeza innecesaria en el juego de la vida, solo que no se castiga con quince yardas, sino con dolor de una mujer desilusionada.